Duelo en tiempos de la COVID 19

fuente: segg

Raúl Vaca Bermejo, psicogerontólogo, Vocal del Área de Ciencias Sociales y del Comportamiento de la SEGG

Desde inicios del pasado mes de marzo, con motivo de la declaración del estado de alarma y el cumplimiento de las diferentes recomendaciones que nos han ido desde el Gobierno, nos hemos visto obligado a modificar nuestros hábitos y costumbres. Para controlar la propagación y los efectos más negativos de la pandemia, hemos aceptado de buen grado renunciar incluso a aquellos aspectos que más nos definen como sociedad.

 

Uno de los cambios más drásticos que hemos experimentado ha sido en la despedida de las personas que han fallecido y que, irremediablemente, tendrán su efecto en el duelo de los miembros de su entorno afectivo. La muerte de un ser querido es, posiblemente, una de las situaciones más difíciles a las que nos podemos enfrentar. Los seres humanos hace miles de años que adquirimos consciencia de nuestra vulnerabilidad y finitud en el mundo. Así, hemos ido organizando una serie de rituales para afrontar la muerte de las personas de nuestro entorno, despedirnos de ella y honrar su recuerdo. Estas semanas hemos tenido que modificar estas despedidas y posponerlas para cuando se levanten las restricciones debidas a la gestión de la COVID-19. Nos hemos visto obligados a despedir a nuestros seres queridos sin besos, sin abrazos, sin la compañía de otras personas significativas para nosotros. Tampoco hemos podido celebrar de forma normal los funerales y otros rituales de despedidas.

Desde aquí, queremos hacer una recopilación de recomendaciones que pueden mejorar el bienestar emocional y espiritual de las personas que han perdido a un ser querido durante estos días y se encuentran en pleno proceso de duelo.

Rituales de despedida. Ante la imposibilidad de realizar de manera normal velatorios y funerales, es recomendable realizar otro tipo de ritos, tanto de forma individual como colectiva. Por ejemplo, es posible escribir una carta de despedida a la persona y compartirla con el resto de miembros del entorno afectivo o, si lo preferimos, quedárnosla para nosotros mismos. Otra opción es crear un espacio de recuerdo y homenaje de la persona, que puede ser físico en nuestras casas o virtual en redes sociales o alguna web específica para ello, en el que compartamos recuerdos, fotos, vídeos o canciones que nos recuerden a la persona fallecida. También podemos implicarnos en actividades de despedida compartidas con otras personas aprovechando las oportunidades que nos brindan las soluciones tecnológicas disponibles. Finalmente, es positivo planificar algún tipo de ceremonia de despedida colectiva cuando retomemos la normalidad en nuestras vidas.

De la misma forma que a los funerales, las medidas tomadas durante esta pandemia afectan al desarrollo normal de los procesos de duelo. Existe un amplio consenso entre los psicólogos acerca de las siguientes recomendaciones para responder a las necesidades de cada persona.

En primer lugar, es importante no olvidarse de la esfera física del cuerpo. De este modo es importante mantener, en la medida de lo posible, uno adecuados hábitos nutricionales y de hidratación, además de los de higiene, descanso y actividad física. Todo ellos permitirá a nuestro cuerpo mantenerse en un estado óptimo de funcionamiento y facilitará el proceso de afrontamiento del duelo. Es cierto que debemos recordar que es posible notar ciertas fluctuaciones en nuestro nivel de energía y vitalidad. Es una sensación perfectamente normal y no hay que alarmarse ni culparse por ello.

En segundo lugar, a nivel emocional es común que aparezcan emociones negativas intensas (rabia, enfado, ira, culpabilidad, soledad, desamparo, incomprensión, etc.) en cualquier proceso de duelo, mucho más en una situación de excepcionalidad como la presente en la que se han debido modificar aspectos importantes de los rituales de despedidas y que pueden condicionar el proceso de duelo. Es aconsejable no reprimir estas emociones y no compararse con procesos de duelo anteriores o de otras personas. La incertidumbre y novedad generada por la situación actual de confinamiento puede influir en el proceso de duelo de manera diferente en cada persona. Por otro lado, es positivo encontrar momentos de recogimiento personal en los que estemos solos y aislarnos del resto de personas recordando, siempre, que tenemos alrededor a personas que pueden ayudarnos en caso de necesitarlo. Así, es igualmente recomendable dedicar algún tiempo a hablar con otras personas sobre nuestras emociones para evitar que las emociones negativas se cronifiquen.

En tercer lugar, el proceso de duelo tendrá un importante efecto a nivel cognitivo. Así, las personas que lo están experimentando pueden manifestarlo en forma de alteración en sus capacidades atencionales (fluctuación en la misma), en su concentración o en su habilidad para tomar decisiones. De nuevo, son sensaciones perfectamente normales por las que hay que evitar culparse. Además, para algunas personas es recomendable, en estos momentos, evitar la sobreinformación sobre la pandemia para controlar la aparición de nuevos miedos y/o preocupaciones que acaben causando la aparición de sintomatología ansiosa o depresiva. Por otro lado, es aconsejable dedicar tiempo al ocio personal. Estos momentos de distracción pueden ayudarnos a paliar, aunque sea mínimamente, nuestro dolor por la pérdida.

En cuarto lugar, no podemos olvidar nuestras necesidades espirituales que van más allá de las creencias religiosas. Así, si lo necesitamos es aconsejable implicarse en actividades que nos ayuden a satisfacerlas como, por ejemplo, rezar, generar un espacio de recuerdo de la persona, meditar o impulsar nuestra creatividad.

De la misma forma, el acompañamiento a personas que están pasando por un proceso de duelo también se ha visto necesariamente afectado por las medidas adoptadas durante estas semanas. Hemos visto impedidos tanto los abrazos y besos de consuelo, como la propia cercanía y proximidad con la persona doliente. De esta forma, se recomienda utilizar las soluciones tecnológicas para tratar de compensar esa pérdida del contacto físico y mostrar a la persona nuestra disponibilidad en caso de que lo necesite. Así, es preciso respetar el ritmo de cada individuo y no presionar demasiado para que hable o se comunique con nosotros, pero siempre mostrando y recordando nuestra disposición. También es aconsejable participar en los rituales de despedida de la persona e implicar a los niños y personas con algún tipo de deterioro cognitivo. Para ello, será necesario adaptar a sus habilidades y capacidades de comprensión tanto los rituales como las explicaciones que se les den.

Finalmente, conviene recordar que, en caso de necesitarlo, los diferentes consejos autonómicos de la psicología han habilitado números de teléfono en los que es posible encontrar ayuda y consejos por parte de profesionales especializados en duelo que nos ayudarán a afrontar de la mejor manera posible nuestro proceso de duelo.

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