El sector de la economía social dedicado al ámbito de los cuidados alerta de la “carestía” de profesionales que afecta a toda Europa y reclama “medidas” que permita a estas entidades ofrecer una atención “digna” a una población cada vez más envejecida en todo el continente.
Así lo advirtieron el presidente del Grupo Social Lares, José Luis Pareja Rivas; la responsable del Área de Proyectos de Lares, Soraya Herrera Herrera, y el codirector general de la cooperativa Suara, Tomàs Llompart i Coll, en el transcurso del diálogo sobre ‘La Economía Social de los Cuidados’, celebrado en Servimedia y que estuvo moderado por el director general de la agencia, José Manuel González Huesa.
Durante su intervención, Pareja Rivas lamentó que, el de los profesionales de los cuidados, es un colectivo “injustamente mal valorado socialmente, incluso profesionalmente por los propios profesionales” y reiteró la situación de “carestía” de personas que quieran llevar a cabo esta labor profesional.
Convencido de que “cuidar ni lo puede hacer cualquiera, ni tiene un costo cualquiera”, reconoció que resulta “muy complicado” atender a las demandas de formación y relacionadas con la percepción de los salarios cuando el precio para poder atender o asistir a personas en plazas, en el caso de Lares concertadas o solidarias, “es insuficiente”.
En este sentido, como integrante de un comité que forma parte de la Comisión Europea en el que se abordan todas estas cuestiones relacionadas con la atención y las condiciones laborales en el sector de servicios sociales, aseguró que “en todos los países de Europa ya empieza a notarse la ausencia de mano de obra para la atención y la protección de cuidados a las personas que lo precisan”.
BAZA IMPORTANTE
No obstante, estimó que el resto de países “juegan con una baza importante” con respecto a España, como es el hecho de que, por ejemplo, los países nórdicos, “son conscientes de esta situación” y ya “se están preparando” para que la captación y el reclutamiento de estos futuros trabajadores, procedentes en su mayor parte de África y Latinoamérica, “se haga en las mejores condiciones posibles”, con políticas globales de aprendizaje de idioma, de «adaptación» a la sociedad y ofreciendo unas condiciones salariales que están “por encima” de las que ofrece España.
Tras reivindicar que “tan importante como son los buenos trabajadores en el ámbito sociosanitario, también lo son los buenos gestores”, lamentó que estos últimos “muchas veces” se encuentran con el problema de la ausencia de recursos materiales e insistió en que “cuidar cuesta dinero”, con una media mensual de entre 1.800 y 1.900 euros por persona y plaza en una residencia concertada.
Con todo, hizo hincapié en la importancia de ofrecer en las residencias una atención centrada en la persona, tal y como plantea Grupo Social Lares y que, según precisó, “no es ni más ni menos que respetar la autonomía y la dignidad de la persona para hacerla protagonista de sus propias decisiones, aunque ahora tenga perdidas esas capacidades”.
En la misma línea, para seguir sosteniendo ese modelo, Herrera abogó por adoptar “medidas” con el fin de que, “en un futuro”, se puedan llevar a cabo “unos cuidados dignos y unos cuidados de larga duración tanto residencias como en otro tipo de centros», en función del estado y las patologías que tenga la persona.
EMPLEO DIGNO Y DE PRESTIGIO
A este respecto, coincidió con Pareja Rivas en la necesidad de trabajar por que el empleo en el sector sea “digno y de prestigio”, algo en lo que el grupo al que ambos pertenecen está “trabajando” a través de una inversión que, a su entender, “también debe hacer la administración”, convencida de que, “cualquier sociedad que quiere transformarse y avanzar, debe tener unos buenos profesionales con una buena formación y una buena educación”.
En este sentido, defendió que el grupo “trabaja mucho en esta formación” de sus profesiones con el reto de “transformar” el modelo en uno “de atención centrado en la persona” de modo que los residentes “no solo reciban el cuidado básico, sino también un cuidado cercano a la persona» y siempre, eso sí, «teniendo en cuenta lo que esta demanda, necesita y realmente quiere», en definitiva, «escuchándola”.
Por esta razón, Lares está “trabajando” en ese sentido también para que las administraciones “entiendan que se requieren no solo recursos, sino también un cambio y una transformación social”, aseveró.
Preguntada por el momento en el que se encuentra el grupo para avanzar en esta economía social de los cuidados, su responsable del Área de Proyectos subrayó que esta filosofía se enmarca en un plan impulsado en 2023 y subvencionado por el Gobierno que, a través del Plan de Recuperación y los fondos europeos, permitirá a Lares desarrollar una estrategia de “transformación de todos los cuidados”.
“Básicamente, trata de lograr, de consolidar, de sensibilizar acerca de los centros residenciales de personas mayores no lucrativos que se enmarcan dentro de la economía social y para lograr un empleo digno y prestigioso dentro de los cuidados de larga duración”, resolvió.
MEDIDAS CONCRETAS
Por último, Tomàs Llompart convino en que “todo el mundo está a favor” de mejorar las condiciones del sector, si bien criticó que “no hay medidas concretas que vayan en esta línea”, lo que deriva en “fuga” de profesionales a sectores como el sanitario y en que cada vez “cuesta» más «captar y retener” talento.
Y ello, teniendo en cuenta que, indicó, “somos más gente, vamos a durar más y no habrá suficientes profesionales para que nos cuiden”, por lo que urgió a “ir pensando” en estrategias para abordar esa realidad demográfica y esa falta de mano de obra, teniendo en cuenta que, en cuanto a ratios, “en la residencia tenemos una relación de un profesional por una persona atendida y en el domicilio ya vienen a ser tres a uno”, por lo que, según su punto de vista, «no hay suficiente personal para garantizar un mínimo de cuidados cuando lleguemos los del baby boom».
En paralelo, hizo mención al “reconocimiento” de estos profesionales “del que no se habla nunca”, en referencia a “aquella sonrisa de aquella persona que tiene alzhéimer y que por la mañana te ha sonreído; aquella familia que toca la mano del profesional porque agradece a la cuidadora o al psicólogo o al terapeuta una acción que ha hecho”. “Este reconocimiento, los profesionales lo reciben como un plus en su trabajo”, valoró.
(SERVIMEDIA)
22 Sep 2024
MJR/man