Fuente: noticiasdegipuzkoa.com
– ¿Cada vez se está más cerca de lograr un medicamento que cure el alzhéimer?
-Es una pregunta que no me gusta nada, porque estamos lejos. Se trabaja mucho y ha dado un gran cambio el abordaje de este proceso respecto a la posibilidad de dar con un tratamiento que realmente lo pare o la frene mucho. Estamos más cerca, sin duda, y hay resultados prometedores de terapias que van dirigidas contra los mecanismos de la enfermedad en fases muy precoces. Hay que ser cauto. Es necesario dar un cambio radical al abordarlo y no solo en la investigación.
¿De qué manera?
-El diagnóstico se está haciendo tarde; más de la mitad de los casos se diagnostica en fase moderada -son tres etapas: leve, moderada y avanzada-. Es cierto que se va tarde al médico. Tenemos que promover un poco la educación sanitaria de la población y enseñar bien cuáles son los síntomas de alarma. También necesitamos formar mejor a nuestros médicos para que den realmente importancia a esos síntomas de alarma, que en las fases iniciales no se van a acompañar de alteraciones serias de la autonomía del enfermo pero sí de algunas limitaciones. Hay que prestar más atención a los síntomas iniciales, esas pequeñas pérdidas de autonomía. Si el médico tiene dudas, que eche mano de los avances de la investigación en diagnósticos: la neuropsicología, y los biomarcadores.
¿Qué pequeños detalles nos pueden ayudar a detectar una demencia leve?
– Hay que dar importancia al fallo de memoria persistente, día tras día, referido a los hechos recientes. Eso lleva al enfermo a repetirse mucho en lo que hace, en las preguntas, a no recordar quién ha estado el fin de semana en casa, dónde ha estado el día anterior o con quién. También empieza a contar algo que ocurrió hace unos años como si hubiese sucedido hace un mes. Y lo repite muchas veces, eso tiene que llamar la atención. Como también la desorientación con las fechas, cierta dificultad para expresarse y un cambio de carácter, al pasar de ser una persona muy pacífica a mostrarse irritable. Por ejemplo, hay que estar atentos si un ama de casa que siempre cocinaba menús muy variados de repente lleva unos meses haciendo cosas muy sencillas o repitiendo lentejas y filete dos o tres días a la semana. Otro ejemplo es el de personas que empiezan a olvidarse cosas en la compra o que adquieren cosas que ya tiene y se encuentran con cinco paquetes de arroz. En definitiva, hay que dar importancia al fallo de memoria persistente, a problemas con el lenguaje, a la orientación temporal, así como a cambios de carácter y apatía.
¿Cómo debe actuar el médico?
-En atención primaria, un médico conoce a sus pacientes y puede darse cuenta enseguida, sabe prestar atención. ¿Qué pasa? Que solo tiene cinco minutos de consulta y ni puede hacer una buena historia clínica ni una completa valoración cognitiva. En la consulta especializada, el médico solo tiene 15 minutos de consulta, no tiene tiempo para hacer una buena valoración de la memoria, del lenguaje, la atención… Y tiene que controlar qué pruebas pide y a quién lo hace. No podemos hacer una resonancia magnética a todo el mundo solo porque le falle la memoria. Eso explica por qué se empieza a hacer el diagnóstico cuando una persona se ha perdido en la calle.
Se pierde un tiempo fundamental hasta el diagnóstico.
-De media, se está retrasando el diagnóstico unos tres años. Y se pierde un tiempo precioso porque hay fármacos que son eficaces. No hacen efectos espectaculares pero pueden estabilizar un poco el curso de la enfermedad, al menos un año. Además, cuanto antes se detecte, la familia tendrá más tiempo para organizarse y para que la persona diagnosticada en fase leve y todavía capaz de tomar decisiones tenga una serie de precauciones: dejar de conducir, no salir solo a la calle, evitar que alguien se aproveche y le haga firmar un testamento nuevo…
Puede ocurrir que en un diagnóstico temprano el enfermo sea consciente y psicológicamente se venga a bajo.
-Sin duda alguna, pero no es mi experiencia. Es cierto que muchas personas vienen traídas por la familia, pero en el momento en que uno hace dos o tres preguntas dirigidas al paciente, este enseguida se percata de sus fallos de memoria y los reconoce. Y si después se le explica bien que en el escáner hemos visto que algunas zonas cerebrales están más pequeñas y hay un cambio químico que vamos a intentar modificarlo con fármacos, esa persona agradece la comunicación. Se le dan las soluciones médicas sin engaños y sin falsas expectativas.
¿Cuáles son las pautas de actuación básicas de la familia?
-Una información clara, completa y accesible y centrada en dos aspectos: los cuidados en cuanto a restricción de actividades y comunicar los síntomas conductuales y psicológicos, como irritabilidad, agitación, alucinaciones, ideas delirantes, nerviosismo, depresión, insomnio… El familiar tiene que saber que tienen un tratamiento concreto. Y el médico tiene que ponerse a su disposición.
Pero el desgaste psicológico de los familiares que cuidan de ellos es enorme.
-Es fundamental acudir a Afagi (Asociación de Familiares y Amigos de Personas con alzhéimer y otras demencias de Gipuzkoa). Hay todo tipo de profesionales que les van a dar apoyo y acceso a grupos de autoayuda, que van a resolver todas las dudas sobre el paciente. A un centro de día hay que ir cuanto antes porque se trata de trabajar, de hacer terapia. Además, cuando hay conflictos familiares, el médico tiene que tener la capacidad y buscar el tiempo para traer la familia a la consulta, asesorarla y aconsejarla sobre quién debe ser el cuidador principal y cómo cuidar al enfermo. Es muy sorprendente la gran ignorancia que hay respecto a los recursos que existen
Eso, quizá, sea un fallo de comunicación institucional.
-El problema está en que la ciudadanía no sabe dónde acudir. Nadie les habla de que es muy bueno desde un principio hacer una valoración por parte de un trabajador social, por lo menos para tener conocimiento del caso. Normalmente, se produce el itinerario que va primero al médico de cabecera, luego al privado, después consigue pasar la lista de espera para el especialista, más tarde espera para el escáner o la resonancia, en paralelo se acude a una consulta privada y, como el enfermo está un poco deprimido, se le lleva al psiquiatra. Falta información y hay que decir a la gente dónde buscarla. Se usa demasiado Internet, donde todo se cuenta con crudeza y no siempre es así.
¿Cómo es?
-Hay muchas personas a las que se les diagnóstica y la familia tiende a pensar que está en las últimas fases, encamado, en postura fetal, sin hablar… pero es que igual esas etapas no llegan y el tratamiento va bien, retrasa las cosas. Estamos hablando de una enfermedad que se da en años próximos al final de la vida y, a veces, esta se acaba antes. Hay que disfrutar del familiar afectado cuando todavía está bien.
¿Cómo prevenir el alzhéimer?
-La mayoría de las personas con demencia tienen o alzhéimer o patología vascular (infartos…) o las dos cosas. Entonces, hay que cuidarse la hipertensión, la diabetes, el colesterol, el tabaquismo, el sedentarismo y la obesidad. Todo lo que es bueno para el corazón es bueno para el cerebro y se podrá prevenir una parte de la demencia. En un estudio que estamos haciendo vemos que cuidarse esos factores vasculares probablemente también influye en rebajar el alzhéimer. Y es bueno potenciar los factores protectores, como por ejemplo practicar actividades intelectualmente ricas: socializar, ir al teatro, al cine, charlar con gente, desarrollar actividad física. Otro dato: el bilingüismo parece ser que mejora los marcadores del alzhéimer.